En el principio... (La Creación 1 de 5)

Introducción.

Hoy comenzamos el repaso de la sexta creencia básica o fundamental que podemos encontrar en la Biblia, siguiendo un orden. La Creación.

La Creación.

Sabemos de la creación gracias al relato bíblico, lo que allí se nos dice. No vamos a entrar en grandes argumentaciones para evidenciar la creación en vez de la evolución, eso lo dejamos para otro momento. Lo que queda claro es que el relato bíblico del génesis acerca de la creación es muy sencillo. Todo lo que hay y existe, los cielos y la tierra, el mar todas las cosas que en ellos hay vino a la existencia de forma instantánea. Así nos viene dicho en la Palabra de Dios. En sólo 6 días, la tierra que estaba informe y vacía, pasó a estar ordenada y poblada, quedó llena de verde, de agua, de vida, de criaturas. Podemos concluir que el mundo estaba lleno de colores, de aromas que lo llenaban todo, de figuras y flores, a cuál más bonita. Habiendo salido de la mano del Creador, todo era perfecto, exacto, detallado y funcional.
Después de esa semana intensa de trabajo creador, Dios reposó, haciendo un alto para gozar de su obra. Gracias a ese alto que hizo después de los seis días de la creación, se recordaría semanalmente su acto creador, de forma perpetua.
Repasemos la creación: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. La tierra estaba envuelta con una gran capa de agua y con oscuridad. En el primer día, Dios separó la luz de la oscuridad, llamando a la parte luminosa “día”, y a la oscuridad “noche”. Así fue el primer día.
En el segundo día, Dios “separó las aguas”, haciendo división entre la atmósfera y el agua que estaba sobre la superficie de la tierra. De este modo se producían las condiciones apropiadas para la vida. Probablemente quedase una capa de agua que en órbita cubriese toda la tierra, manteniendo una temperatura homogénea por toda la tierra, incluyendo las actuales zonas polares.
En el tercer día, Dios juntó las aguas que había sobre la superficie de la tierra en un lugar, saliendo así la tierra seca por un lado, y el mar por otro. Después Dios vistió esa tierra de verde, con toda clase de plantas. Como dice Génesis 1:12 “Produjo entonces, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género”.
El cuarto día Dios estableció el sol, la luna y las estrellas para que sirvieran “de señales para las estaciones, para días y años”. El sol debía gobernar durante el día, y la luna durante la noche.
En el quinto día Dios creó las aves y los peces. Los creó “según su especie” (Génesis 1:21), lo que nos indica que sus criaturas habían de reproducirse en forma consecuente según sus propias especies. Esto no da lugar a la evolución deísta que algunos defienden. Éstos dicen que cada día de la creación corresponde a un largo período de tiempo o “eones”, en el que la evolución tuvo lugar. El texto bíblico habla de especies, cada una a desarrollarse individualmente, no habla de derivar en otras especies. Por otro lado, cuando se habla de tiempo, es específico, y dice “fue la tarde y la mañana, el día tal”. Esas mismas expresiones se usan en el resto de la Biblia para hacer referencia a días de 24 horas. No caben interpretaciones supuestamente proféticas en este texto. Además, de haber sido así, el sábado o séptimo día en el que Dios reposó, no correspondería al día de la semana, ni pudo ser un período largo de “reposo”.
El sexto día, Dios hizo las formas superiores de vida animal. Dijo: “Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie” (Génesis 1:24).
Finalmente, como corona de la creación de Dios, hizo al hombre a su imagen y semejanza; varón y hembra los creó. El relato de la creación concluye con unas palabras interesantes: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Literalmente en hebreo, después de cada acto creador se lee: “Y dijo Dios: ¡Qué bueno!”

La Palabra creadora de Dios.

En el Salmo 33:6 podemos leer la siguiente afirmación: “Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca”. Si la Palabra tiene tanto poder como para crear, ¿cómo actúa esa Palabra creadora?
Las palabras del Génesis “Y dijo Dios (wayomer Elohim), preceden o introducen el mandato dinámico divino responsable de los acontecimientos creadores que tuvieron lugar en los seis días de la creación. Podemos leer en Génesis 1:3 “Y dijo Dios: ‘Sea la luz’. Y fue la luz.” También en los versículos 6, 9, 11, 14, 20 y 24. Cada orden pronunciada tenía la capacidad de actuar, al punto de transformar este planeta informe y vacío, en un auténtico paraíso. Como dice el Salmo 33:9 “Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió”. El autor de la epístola a los hebreos lo expresó de forma acertada en Hebreos 11:3 “Por la fe entendemos que el universo fue constituido por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. Esto es curioso, porque la potencia creadora de Dios supera la ley de la termodinámica. Dios crea de la nada, no transforma energía, sino que la crea. Esta palabra no dependía de la materia preexistente. De forma ocasional Dios sí que utilizó materia preexistente. Los animales y Adán fueron formados de la tierra, y Eva a partir del costado de Adán. En última instancia, Dios creó también la materia, así lo entendemos “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).

El Relato de la Creación.

Hay muchísimo escrito por muchos autores, de forma especial, sobre los primeros capítulos de Génesis. Tampoco vamos a entrar en mucho detalle, pero a simple vista, hay quien puede entender que hay dos relatos de la creación diferentes. Uno se encuentra en Génesis 1 y el otro en Génesis 2. Alguna explicación, que no compartimos, es que Dios hizo dos creaciones, porque la primera no salió “bien”. Una pregunta que hago a este tipo de argumentación es: “Si la segunda, con el pecado ya salió “mal”, ¿cómo tuvo que ser de mala la primera? ¿Por qué no una tercera creación después del pecado?” Otra pregunta que haría es: “¿Se contradicen ambos relatos o son complementarios?”
Una argumentación aún más sutil se basa en el nombre con que se hace referencia a Dios en el texto original Hebreo. En Génesis 1 se hace referencia a Dios como Elohim. Elohim es quien crea, el que habla, el que hace el hombre a su imagen y semejanza. En Génesis 2 se hace referencia a Dios como Yavé. Es Yavé el que habla con el ser humano, el que crea el huerto. Algunos eruditos han deducido que el uso de distintos nombres para referirse a Dios se debe a que son textos distintos, de diferentes autores, y que narran historias diferentes. Finalmente se argumenta que alguien puso ambos relatos juntos en un mismo texto o libro.
No podemos estar de acuerdo con esto. Moisés fue un erudito de su época, y probablemente conociese reglas de escritura. Una de ellas es variar o buscar sinónimos para evitar repeticiones. Suponer que no se era capaz de hacer esto, es menospreciar la capacidad intelectual del autor de génesis. De todos modos, el primer capítulo de Génesis tiene una estructura interesante. Si nos fijamos, hay una repetición: “Y Dios dijo, sea… Y fue …” Es un texto con estructura legal, notarial. Digamos que el capítulo 1 es el certificado de “denominación de origen” de este mundo, de nosotros. Y para ello se usa el nombre de Dios más apropiado, Elohim. Elohim significa “las Alturas”, lo más excelso, lo que está por encima de todo, entendiendo que el Creador es superior a la creación, esto es lo que en teología se llama la “trascendencia” de Dios.
Por otro lado, en Génesis 2, el estilo literario cambia. Ya no se sigue el orden cronológico de la creación como en el capítulo 1. Se vuelve a narrar la creación desde un punto de vista más cercano. En este caso se usa el nombre de Yavé, que significa “el que Es”, o “el que existe”. Si nos damos cuenta, es ahí donde se da más detalle de la creación del ser humano. En el capítulo 1 apenas se dice que Dios Elohim, el Todopoderoso creó al hombre. En el capítulo 2 se nos describe a Yavé, el Dios que existe y es cercano, formando, moldeando con sus propias manos al hombre del polvo de la tierra. A continuación se nos da el detalle del origen de Eva. Dios conversa con ellos en el Jardín del Edén. En este capítulo se nos habla de la cercanía de Dios, de ese otro aspecto que en teología se llama la “inmanencia” de Dios. Así que tenemos dos relatos que satisfacen una necesidad. Dios es tan poderoso que hace falta una perspectiva de la creación para reflejar su trascendencia, su enorme poder creador, y darnos nuestro certificado de nacimiento como planeta y como raza. Pero aún así, se necesita otro relato que recoja ese tierno amor del Creador que se agachó al suelo para dar forma a nuestro primer padre. A pesar de la grandeza del Dios creador, Moisés tiene interés en registrar también la proximidad de ese Dios, su cercanía a esa creación, a la criatura. Dios desea estar próximo a su criatura, relacionarse con él. Ahí tenemos el por qué de los dos relatos, y el por qué del uso de distintos nombres de Dios en ellos. Aún así, hay que decir que la distinción de nombres no es pura, en el segundo relato aparece también Elohim mezclado con Yavé. Esto lo encontramos en Génesis 2:4, 5, 7, 8, 9, 15, 16, 18, 19, 21, 22. Luego el argumento de los nombres de Dios no es válido para diferenciar dos textos independientes, pues no son “puros” respecto a esa diferencia, pues por esa regla de tres, en el segundo relato no debería aparecer “Elohim” en absoluto, y aparece 11 veces. Simplemente recoge aspectos distintos de la creación, y enfoques diferentes del Creador.

Resumen.

Aceptamos los seis días de la creación, aunque de ello hablaremos más en el próximo tema. Hemos repasado la creación, tal cual viene en el relato bíblico. En el mismo relato de la creación nos viene reflejado el desarrollo de las especies ya creadas, con lo que la evolución de las especies queda excluida. La Palabra de Dios, el Verbo, es quien tiene el poder o la capacidad de crear, yendo más allá del entendimiento humano, por encima de la termodinámica, creando de la nada. Y por último hemos visto que aunque aparentemente podemos encontrar dos relatos de la creación diferentes, en realidad son dos enfoques distintos de un mismo acto creador de un Dios Todopoderoso y trascendente a su creación, que a la vez es un Dios cercano a sus criaturas.
El próximo tema hablaremos algo más acerca de la creación, de los días de la creación y su duración, literalidad o no, así como de los cielos que aparecen allí. ¡Feliz Sábado!
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