La purificación del santuario (2300 días).


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Buenas Nuevas de Jesús, con amor
Guía de estudio nº 20

La purificación del santuario

Final del gran conflicto


Cuando Daniel oyó a los seres celestiales hablar sobre el santuario (en Daniel 8:14), su mente se dirigió rápidamente al querido santuario hebreo edificado en Jerusalén, que por aquel tiempo se encontraba desolado y profanado. La verdadera adoración a Dios se había desarrollado en tipos y figuras, algo así como el niño que usa juguetes educativos con el fin de prepararse para afrontar las realidades de la vida. En los servicios del santuario se destacaba la figura de un sumo sacerdote, escogido de entre los hombres. Todo cuanto hacía en el santuario, mediante las ceremonias y tipos, tenía por objeto enseñar al pueblo de Israel el significado del gran plan divino de la salvación en Cristo.

No hay que olvidar que este santuario terrenal había operar por un corto período de tiempo. La ley ceremonial de Moisés llegó a su fin en la cruz de Cristo. Era como una lección o ejemplo de la obra de Jesús como Salvador del mundo, “sombra de los bienes venideros” (Hebreos 10:1). Sus servicios, ministrados por el sumo sacerdote y sus asistentes, era bosquejo y sombra de las realidades celestiales (Hebreos 8:5).

Contemplas la imagen de tu ser querido, en su ausencia. Cuando regresa al fin, ya no lo miras en su fotografía, puesto que lo tienes ante ti, cara a cara. Así, cuando Jesús, el gran sumo sacerdote, vino en persona, las sombras o símbolos del santuario hebreo dejaron de estar vigentes. Como sombra que llega a su fin cuando podemos contemplar a la luz el objeto que la originaba, la “sombra” del santuario terrenal llegó a su cumplimiento cuando Jesús murió en la cruz. El velo del templo fue rasgado en dos desde lo alto, y el propio santuario terrenal llegó a su fin (Mateo 27:51). Esa es la razón por la que no hay actualmente templo o santuario terrenal como el que hubo en los días de Moisés y Daniel. Hoy disponemos de algo mucho mejor.

Cuando Jesús ascendió al cielo, después de haber resucitado, comenzó su obra como sumo sacerdote en el santuario celestial. Sus seguidores nada tenían ya que esperar del viejo santuario en Jerusalén, sino que habían de seguirlo por la fe al entrar en el santuario celestial. No es difícil deducir que si Jesús, nuestro sumo sacerdote, ha ascendido al cielo, entonces el santuario eterno y verdadero ha de estar igualmente en el cielo (Hebreos 4:14).

El Nuevo Testamento lo enseña claramente: “Tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos. Él es ministro del santuario y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor y no el hombre” (Hebreos 8:1 y 2). Nuestras mentes son así conducidas, de la sombra y ejemplo en el antiguo santuario terrenal, al real y verdadero en los cielos. Podemos fácilmente comprender que, puesto que la visión dada a Daniel concernía al “tiempo del fin” (Daniel 8:17, 19), el santuario que ha de ser purificado es el celestial, no el terrenal.

1. ¿Cuándo da comienzo Cristo a la fase final de su ministerio? Daniel 8:14
RESPUESTA:
“Hasta ____ ____ _____________ tardes y mañanas; luego el ___________ _____ ____________.”

Nota: Hemos considerado en líneas generales el santuario, prestando atención al hecho de que el terrenal fue un tipo o símbolo del celestial, donde Cristo ministra. Hemos visto también que el terrenal tenía un servicio llamado “Día de la expiación”, por medio del cual el pueblo y el santuario resultaban purificados del pecado. Como ya explicamos en el estudio precedente, hasta el día de hoy, el Yom Kippur, o Día hebreo de la expiación, simboliza para los judíos píos el Día del juicio. En una bella y sobrecogedora escena, el sumo sacerdote terrenal del santuario israelita “purificaba” o “limpiaba” simbólicame-nte toda raíz oculta de pecado en la nación de Israel, y expulsaba a Satanás, el tentador, de la congregación. Ese servicio tipificaba la extinción final de Satanás y el pecado del universo de Dios, y dirigía las mentes de los creyentes al tiempo en el que Dios crearía “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13).

2. ¿Qué obra contempla Daniel realizarse en el santuario celestial? Daniel 7:9 y 10
RESPUESTA:
“...millones y millones estaban delante de él. El _____ se sentó y los ________ fueron abiertos.” (lee también los versículos 22 y 26).

Nota: Daniel vio una escena de juicio en el cielo. En armonía con la purificación del santuario, hay una obra de juicio. El arca que contiene la ley es el centro del segundo departamento, y esa ley inmutable constituye la norma del juicio (Santiago 2:12).

3. En Apocalipsis 14:7 se hace alusión al juicio como una parte sustancial del mensaje del evangelio. Describe a los que escuchan las amonestaciones de Apocalipsis 14:12
RESPUESTA: “Aquí está la perseverancia de los santos, los que ________ ____ _______________ de Dios y ___ ___ ___ _______.”

4. Examinemos ahora el elemento tiempo en esa profecía, recordando una clave de interpretación bíblica. Según Números 14:34 y Ezequiel 4:6, ¿qué período corresponde a un día profético?
RESPUESTA: “...____ por ____, ____ por ____ te lo he dado.”

Nota: En la profecía, un día equivale a un año literal. Así lo atestiguan muchos cumplimientos y aplicaciones de ese principio.

5. En Daniel 9, el ángel vuelve al profeta para hacerle comprender lo relativo a los 2300 días (años). ¿A qué porción de la profecía se refiere para empezar? Daniel 9:24
RESPUESTA: “_________ ________ están determinadas sobre tu pueblo...”

Nota: Los versículos que siguen al citado, son una explicación de ese período de tiempo. Aplicando el principio día ‡ año, ¿de cuántos años está hablando, al especificar 70 semanas? 70 x 7 = 490 días; 1 día ‡ 1 año: De 490 años.

6. ¿Cuál es el punto de partida de esa importante profecía? Daniel 9:25
RESPUESTA:
“Sabe, pues, y entiende que desde___ _______ ___ ___ _______ para restaurar y edificar Jerusalén...”

Nota: Encontramos esa orden en el capítulo 7 de Esdras, donde se refiere el séptimo año del reinado de Artajerjes. La historia demuestra que fue en el año 457 antes de Cristo.

7. El punto focal de la profecía de los 2300 días es el Mesías y su ministerio. ¿Qué evento tiene lugar hacia el final de la profecía de las 70 semanas? Daniel 9:26 y 27
RESPUESTA:
“Después de las 62 semanas se _________ ___ _____ al Mesías...”

Nota: Un estudio atento de Daniel 9:23-27 demuestra que las 70 semanas pueden sólo significar semanas de años. Esa ha venido siendo la interpretación que los eruditos judíos han dado a la profecía desde tiempos antiguos. Reconocieron que la profecía se refiere a 490 años, y no a 490 días. La única forma en la que nuestro Señor y Salvador Jesucristo puede ser el cumplimiento de esa profecía, es teniendo en cuenta el principio de interpretación profético día ‡ año. Al aplicarlo de ese modo, Jesús cumple cada especificación de tiempo referida en esa profecía. Puesto que comienza en el 457 AC, una de las fechas más claramente establecidas en la historia, sólo una interpretación del período de los 490 días como significando años, permite al Mesías ser su cumplimiento. Contando a partir del año 457, las 69 semanas o 483 años nos llevan hasta el año 27 de nuestra era. Es precisamente el año en el que Jesús fue ungido como Mesías en su bautismo. Los siete años restantes en la profecía llevan hasta el año 34 de la era cristiana, año en el que Esteban fue apedreado, y el tiempo de gracia para la nación judía llegó a su fin.

En el año 31, tres años y medio después de comenzar su ministerio público (“a la mitad de la semana”, Daniel 9:27) Jesús fue crucificado. Con su sacrificio, puso fin al sistema sacrificial al ser su cumplimiento. De acuerdo con ello, la profecía especifica: “hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. Durante la segunda parte de aquella semana profética, la invitación del evangelio se dirigió especialmente a los judíos. Pero con el apedreamie-nto de Esteban en el año 34, sellaron su suerte como nación, y el evangelio fue dado a todo el mundo.

Hasta ese punto se cumplió toda especificación de la profecía. Las 70 semanas comenzaron el año 457 AC. El resto de los 2300 años, tras restarle los 490 que venimos considerando en Daniel 9 (reservados para los judíos), se convierte en 1810 años. Añadiendo esos 1810 años a la fecha 34 DC, llegamos a 1844. Por consiguiente, los 2300 “días” de Daniel 8:14 terminan en 1844.

8. Según lo escrito por Daniel, ¿qué habría de suceder al final de los 2300 días? Daniel 8:14
RESPUESTA: “...luego el santuario _____ ____________.”

9. Al ser purificado el santuario de pecado, ¿qué otra cosa necesita especialmente ser purificada? Levítico 16:30
RESPUESTA: “...se hará expiación por vosotros, y _______ _________ de todos vuestros _________ delante de Jehová.”

10. ¿Cómo había de actuar el pueblo durante ese tiempo tan especial? Levítico 23:28-32
RESPUESTA: ___________________________________
_______________________________________________.

Nota: Mientras que el sumo sacerdote hacía expiación, se requería del pueblo que afligieran sus almas en arrepentimiento. De igual forma, nosotros hoy debiéramos humillar nuestros corazones en contrición por el pecado, sintiendo verdadero arrepentimiento. Se trata de una obra de profundo escudriñamiento del corazón.

11. ¿Cuál es uno de los dones que Jesús otorga, según Hechos 5:31?
RESPUESTA:
“...Príncipe y Salvador, para dar a Israel _________________ y ________ ___ _________.”

Nota: “Como Nicodemo, debemos estar dispuestos a entrar en la vida de la misma manera que el primero de los pecadores. Fuera de Cristo, "no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). Por la fe, recibimos la gracia de Dios; pero la fe no es nuestro Salvador. No nos gana nada. Es la mano por la cual nos asimos de Cristo y nos apropiamos sus méritos, el remedio por el pecado. Y ni siquiera podemos arrepentirnos sin la ayuda del Espíritu de Dios. La Escritura dice de Cristo: "A éste ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados" (Hechos 5:31). El arrepentimiento proviene de Cristo tan ciertamente como el perdón.

¿Cómo hemos de salvarnos entonces? "Como Moisés levantó la serpiente en el desierto," así también el Hijo del hombre ha sido levantado, y todos los que han sido engañados y mordidos por la serpiente pueden mirar y vivir. "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). La luz que resplandece de la cruz revela el amor de Dios. Su amor nos atrae a él. Si no resistimos esta atracción, seremos conducidos al pie de la cruz arrepentidos por los pecados que crucificaron al Salvador. Entonces el Espíritu de Dios produce por medio de la fe una nueva vida en el alma. Los pensamientos y los deseos se sujetan en obediencia a la voluntad de Cristo. El corazón y la mente son creados de nuevo a la imagen de Aquel que obra en nosotros para someter todas las cosas a sí. Entonces la ley de Dios queda escrita en la mente y el corazón, y podemos decir con Cristo: "El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado" (Salmo 40:8) (El Deseado de todas las gentes, p. 147, 148).

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